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Actualizado el 29 de abril de 2024

Declive del antropocentrismo

Decadencia del antropocentrismo

Descripción de la imagen: Nuestro lugar en la inmensidad cósmica ha seguido siendo cuestionado y redefinido a lo largo de los siglos, y este proceso de evolución está lejos de ser completo.
Esta imagen fue generada por inteligencia artificial.

¿Qué es el antropocentrismo?

El antropocentrismo es una cosmovisión en la que se sitúa al hombre en el centro del Universo y considera que todo está hecho por él. Es una perspectiva que otorga un valor preeminente a la humanidad sobre todas las demás formas de vida y el medio ambiente natural.
El antropocentrismo se manifiesta tanto en las creencias religiosas, donde el hombre suele ser considerado una criatura divina, como en la interpretación del mundo donde tiene características únicas, como la razón, la conciencia o el alma.
Desde una perspectiva antropocéntrica, la naturaleza suele verse como un recurso que debe explotarse para satisfacer las necesidades y deseos humanos, sin considerar las consecuencias para otras especies o ecosistemas.

Eventos que sacudieron nuestras creencias

Durante milenios, la humanidad ha estado fascinada por la cuestión de su lugar en el Universo y su papel en la gran red cósmica. A lo largo de los siglos, esta búsqueda ha estado marcada por una serie de descubrimientos y desafíos que han sacudido nuestra visión del mundo. Los avances científicos y filosóficos han ido erosionando poco a poco la idea de la excepcionalidad humana.

• La primera lesión antropogénica fue la que demostró que la Tierra no es el centro del cosmos.
Durante siglos prevaleció la visión geocéntrica, con la idea de que la Tierra era estacionaria y todo el Universo giraba a su alrededor. En el siglo XVI, la teoría heliocéntrica del astrónomo polaco Nicolás Copérnico (1473-1543) sacudió las certezas y creencias profundamente arraigadas en la sociedad de la época. Copérnico propuso que el Sol, no la Tierra, estaba en el centro del sistema solar, poniendo así en duda la visión antropocéntrica del Universo.

• El segundo daño antropogénico fue el que dio al hombre una importancia particular en el orden de las especies vivientes. Esta creencia, profundamente arraigada en muchas culturas, convirtió al hombre en una criatura divina a imagen de los dioses.
En 1859, Charles Darwin (1809-1882) publicó “El origen de las especies mediante la selección natural”.
Aunque recibido con entusiasmo por muchos científicos y pensadores progresistas, este trabajo revolucionario generó un sentimiento de vergüenza e inutilidad en el mundo religioso de la época.
El hombre ya no era tan perfecto como pensábamos, sino que compartía un ancestro común con todas las demás formas de vida en la Tierra.

• En la década de 1910, el astrónomo estadounidense Harlow Shapley (1885-1972) demostró que nuestro Sol es una estrella relegada a una posición excéntrica en la Vía Láctea. Está lejos del centro galáctico considerado en su momento como el centro del Universo.
Los humanos se están dando cuenta de que su Sol es simplemente una estrella enana ordinaria perdida entre miles de millones de otros soles.

• En la década de 1920, Edwin Hubble (1889-1953) demostró que nuestra Vía Láctea no es el universo entero sino simplemente una de las muchas aglomeraciones de estrellas en un cosmos mucho más grande.
Nuestra galaxia, la Vía Láctea, ya no representa todo el universo sino una pequeña parte de la gran red cósmica.

• En la década de 1990, el descubrimiento de planetas extrasolares demostró que todas las estrellas tienen planetas.
Ante la vertiginosa inmensidad del universo y la multitud de planetas que lo pueblan, la idea de que la humanidad es única y central en el gran esquema cósmico parece cada vez menos probable. Esto disminuye la importancia relativa de la humanidad, recordándonos que somos sólo una pequeña parte de un universo vasto y repleto de gente.

• En la década de 2000, las observaciones astronómicas revelaron la presencia de moléculas orgánicas, los componentes básicos de la vida, en nubes moleculares, atmósferas planetarias, nebulosas, cometas y meteoritos. Los meteoritos, que son fragmentos de roca del espacio, a menudo contienen moléculas orgánicas complejas, incluidos aminoácidos, hidrocarburos y compuestos orgánicos aromáticos. Estas moléculas proporcionan pistas sobre la química prebiótica que pudo haber ocurrido en el sistema solar primitivo.
Los ingredientes necesarios para la vida están muy extendidos por todo el Universo.

• Desde la década de 2000, observaciones astronómicas cada vez más precisas han confirmado y refinado la distribución del universo en materia ordinaria (~5%), materia oscura (~23%) y energía oscura (~72%).
La historia del universo, rica en transformaciones, nos revela que la materia de la que estamos hechos es sólo un fragmento de la realidad cósmica, mucho más grande y compleja.

• En 2016, un estudio estimó el microbioma (esencialmente la microbiota intestinal humana) en alrededor de 39 billones de bacterias y el de las células en el cuerpo humano promedio en alrededor de 30 billones.
Las bacterias que viven en nuestro interior tienen un impacto significativo en nuestra fisiología, nuestro sistema inmunológico e incluso nuestro comportamiento.
El organismo no es una entidad individual y autónoma sino un ecosistema complejo de células y bacterias humanas estrechamente relacionadas que viven en simbiosis.
La frontera tradicional entre el “yo” y el “no-yo” es cada vez más difusa.

• En los últimos años, la comunicación ya no se limita al lenguaje humano, sino que se revela como una capacidad universal presente en el reino animal y vegetal, conectando todas las formas de vida.
El lenguaje humano se caracteriza por su capacidad para facilitar el intercambio de curiosidad y conocimiento, promoviendo así la cooperación y la acumulación colectiva de conocimiento.
Puede que seamos los únicos que nos contamos historias increíbles.

• En 2021, incluso la inteligencia, que alguna vez se pensó que era exclusivamente humana, está siendo desafiada por las máquinas.
Los modelos de inteligencia artificial, basados ​​en una simplificación del funcionamiento de las neuronas biológicas, muestran que la inteligencia es sólo un surgimiento natural, resultante de un volumen gigantesco de datos.

• Hoy en día, la conciencia ya no es un objeto puramente filosófico sino un objeto de investigación científica.
Esta capacidad de nuestro cerebro de volverse sobre sí mismo, de comprender su propio funcionamiento, su historia, su capacidad de contar lo que percibe y siente, es también una emergencia natural. En neurociencia, la conciencia es una pequeña punta del iceberg. Lo esencial es lo “inconsciente”. Los mecanismos que nos hacen oír, ver, comprender el lenguaje y todos los mecanismos ocultos son inconscientes y operan a toda velocidad en nuestro cerebro.

Resumen

El papel de la humanidad dentro del cosmos siempre ha sido objeto de preguntas y desafíos, y esta búsqueda de significado continúa enriqueciéndose con nuevos descubrimientos.
Todas estas “lesiones antropogénicas” ponen de relieve las ilusiones y errores en los que los humanos han estado atrapados durante siglos. Debemos acostumbrarnos a sus cambios en la perspectiva filosófica que se sienten individual y colectivamente.
La vida surgió de la materia, bañada en un ambiente favorable.
Ahora sabemos que somos parte de un todo mayor del que surgió la humanidad.
Pertenecemos enteramente a nuestro entorno, por lo que debemos preservarlo el mayor tiempo posible.


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